En Bilbao

Esta semana he estado por Bilbao, concretamente el jueves, pues aunque salí el miércoles, llegué pasadas las doce de la noche.

El viaje lo hice en coche, pues en cuatro horas (o menos),  es fácil plantarse allí. La idea era salir el miércoles a las 18:30 como muy tarde, pero estuve en una conferencia con un posible cliente que se alargó hasta pasadas las 20h, por lo que entre los preparativos previos, salí cerca de las 21h.

En la anterior empresa, ya había ido muchas veces a Burgos, así que conocía el camino sin problemas, pero no había pasado más allá hacia el norte, salvo para ir a Asturias/Santander. En este caso, se coge una carretera de peaje, que me hace gracia, pues pone “Red de carreteras del estado”… ¿del estado?, ¡pero si es de peaje!.

Al llegar allí, el dichoso GPS de Nokia comienza a dar de las suyas, pero finalmente consigo aparcar en el parking Pío Baroja. Creo que debe haber algún tipo de innibidores de frecuencia, pues nunca había visto al GPS tan loco, perdiendo cobertura cada dos por tres.

Del parking, pasamos al hotel… o mejor dicho, al hostal. Sí señores, un hostal y no es que tenga problemas económicos, sino es que parece ser que hay una feria en la cicudad (¿Ferroforma?) y todos los hoteles suben los precios de locura, así que, el Hostal Begoña fue lo único a precio razonable (al mismo precio que un cuatro estrellas de Barcelona al que suelo ir). Como no estoy acostumbrado a los hostales, me resultó bastante raro eso de ir a un piso, antiguo y muy grande, aunque completamente reformado, para dormir.

Al día siguiente, todo el día de reuniones. Al mirar en el mapa los diversos puntos a los que tenía que ir, pensé que estarían muy lejos, pero ¡qué va!, es muy pequeño y pude ir andando, salvo a un pueblo cercano que ya tocó coger el coche. Por suerte, amaneció un buen día, un poco de frío por la mañana, pero después ya se podía ir sólo con la chaqueta:

Mirando el Nervión

Mirando el Nervión

Finalmente, terminadas las reuniones, sobre las 19h, tocó retirada y vuelta al hogar. Lo bueno es que a la vuelta, había algo de luz y pude ver un poco el paisaje de la zona, pues la noche anterior (o mejor dicho, esa misma noche) no pude ver nada.

Por cierto, el Guggenheim es más pequeño de lo que parece y no, no fui de pintxos, sino a un Burger King.

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